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20 de febrero de 2022

FLIPBOOK SOBRE LOS MILAGROS DE JESÚS

 

ACTIVIDAD:


Coloreamos y buscamos las citas bíblicas contestando a las preguntas. (Trabajo que nos llevará varias semanas realizarlo)






La Pesca Milagrosa  (Lucas 5,1-11)

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.



Curación del ciego Bartimeo (Mc 10, 46-52)

46 En esto llegaron a Jericó. Y más tarde, cuando Jesús salía de allí acompañado de sus discípulos y de otra mucha gente, un ciego llamado Bartimeo (es decir, hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. 47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret quien pasaba, empezó a gritar:

— ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!

48 Muchos le decían que se callara, pero él gritaba cada vez más:

— ¡Hijo de David, ten compasión de mí!

49 Entonces Jesús se detuvo y dijo:

— Llamadlo.

Llamaron al ciego, diciéndole:

— Ten confianza, levántate, él te llama.

50 El ciego, arrojando su capa, dio un salto y se acercó a Jesús. 51 Jesús le preguntó:

— ¿Qué quieres que haga por ti?

Contestó el ciego:

— Maestro, que vuelva a ver.

52 Jesús le dijo:

— Puedes irte. Tu fe te ha salvado.

Al punto recobró la vista y siguió a Jesús por el camino.


Jesús cura a un paralítico (Jn 5, 1-11)

"1.Después de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2.Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos. 3.En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. 4.Porque el Angel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera. 5.Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. 6.Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?» 7.Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo.» 8.Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda.» 9.Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. 10.Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla.» 11.El le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda.» 12.Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?» 13.Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. 14.Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor.» 15.El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. 16.Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado."



Las Bodas de Caná (Juan 2:1-12)

2 Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. 2 También fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. 3 Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo:

- No tienen vino.

4 Jesús le dijo:

- ¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora.

5 Su madre dijo a los que servían:

- Haced todo lo que él os diga.

6 Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el rito de purificación de los judíos; en cada una de ellas cabían dos o tres cántaros. 7 Jesús les dijo:

- Llenad de agua estas tinajas.

Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dijo:

- Sacad ahora un poco y presentadlo al encargado del banquete.

Y se lo presentaron. 9 Cuando el encargado del banquete probó el agua hecha vino, sin saber de dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al esposo 10 y le dijo:

- Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior; sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora.

11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.

12 Después de esto descendieron a Capernaúm él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y se quedaron allí no muchos días.

Jesús calma la tempestad (Mateo 8: 23-27)

23 Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron.

24 Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía.

25 Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!

26 Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.

27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

La resurrección de Lázaro (Juan 11: 38-44)

38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.

39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.

42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.


La multiplicación de los panes y peces (Mateo 14: 13-21)

13 Oyéndolo Jesús, se apartó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; y cuando la gente lo oyó, le siguió a pie desde las ciudades.

14 Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.

15 Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer.

16 Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.

17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

18 Él les dijo: Traédmelos acá.

19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a la multitud.

20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.

21 Y los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.



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