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31 de marzo de 2024
22 de marzo de 2024
17 de marzo de 2024
CINEFORUM: DIOS CON NOSOTROS
Nació en una humilde oscuridad, pero su familia tuvo que huir para salvarlo de un gobernante celoso. Perdonó los pecados, curó a los enfermos y dio esperanza a los desanimados y oprimidos, sin embargo, fue despreciado y rechazado por muchos. Dijo la verdad incluso cuando era peligroso hacerlo. ¡Voluntariamente dio su vida y luego resucitó, conquistando el poder de la muerte! De La Voz de los Mártires viene Dios con nosotros, anteriormente llamado Jesús: Él vivió entre nosotros. Con una animación mejorada recientemente, es la narración dramática de la vida de Jesucristo vista a través de los ojos del último apóstol sobreviviente, Juan. Viaja con Jesús y encuentra sus milagros, su enseñanza asombrosa y su valentía sin igual. Descubra el poder y el amor de Jesucristo y vea por qué sus seguidores arriesgaron todo para llevar su mensaje a los confines de la tierra.
10 de marzo de 2024
CELEBREMOS SAN JOSÉ Y EL DÍA DEL PADRE
Todo lo que sabemos de San José, lo podemos entrever en la Biblia, especialmente en los evangelios de San Mateo y San Lucas.
Su silencio lo caracteriza y es precisamente a través de sus obras, de sus actos de fe, confianza, y sobre todo de su amor, lo que nos descubren a San José, como un gran santo.
Dios le encomendó ser el padre adoptivo del niño Jesús y esposo de la Virgen María, un privilegio y una gran responsabilidad, el santo custodio de la Sagrada Familia.
Vivió de forma sencilla, realizando en su vida cotidiana la misión que el Padre le había encomendado de la manera más perfecta posible, contribuyendo de este modo a la realización del proyecto de la salvación de Dios.
La vida de San José fue una vida de oración y silencio permaneciendo de este modo en diálogo con Dios; trabajador y honesto para mantener a su familia; padre y esposo, lleno de amor y compasión; obediente y de una profunda fe dejándose llevar en manos de Dios; hombre justo y casto, cuya imagen vemos representada por la azucena en la mano, símbolo de pureza y de su estado virginal, en la iconografía del arte cristiano.
Podríamos decir que la vida de San José, fue una peregrinación en la fe, que al igual que María, ambos permanecieron fieles hasta el final, en lo que se le había encomendado.
Virtudes destacadas de San José
· Paternidad
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21).
En esta cita bíblica se halla el núcleo central sobre San José. Fueron destacables entre otras virtudes, su obediencia y humildad, realizó lo mandado por el ángel y tomó a María con todo el misterio de la maternidad.
Se abre en esta disponibilidad y entrega absoluta al designio de Dios, que le pide el servicio de su paternidad, cooperando de este modo en el gran misterio de la redención; toda la vida de Jesús le ha sido confiada a su custodia.
En los evangelios se puede ver la tarea paterna de San José, realizada en los gestos que forman parte de la vida familiar: en su nacimiento, la circuncisión, la presentación de Jesús en el Templo… cada acontecimiento que se va desarrollando sobre su vida.
Se le ordena poner el nombre de Jesús, aunque no fuera fruto suyo, de esta manera declara su paternidad legalmente y proclamando su nombre define también su misión salvadora: «Y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21).
El Papa Francisco en la Carta Apostólica «Patris Corde« menciona la cita de Pablo VI donde se observa la paternidad manifestada concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa» (Patris Corde, 1).
· Obediencia y fe
Vemos en su persona como obedecía con docilidad, y siempre estaba oyente a la voz de Dios. En cada circunstancia de su vida se ve la respuesta dirigida hacia esta voluntad.
A través de sus sueños, se le reveló lo que tenía que hacer y se observa en él su obediencia sin pensar en las dificultades. Por la fe acató los caminos de Dios, en esa confianza que el Padre había depositado en él, al elegirlo padre de su hijo.
Acoge a María como le dice el ángel, deja a un lado sus propios razonamientos y asume lo que se le dice. Nos enseña a acoger lo que se nos da en nuestra propia vida, aunque no comprendamos.
«La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Solo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia» (Patris Corde, 4).
Se entregó completamente a esta misión que le encomendaba y puso su vida al servicio de ello.
El 19 de marzo se celebra en España el Día del Padre, una fiesta muy especial para todos los padres que tienen hijos.
Este día tan especial es un buen momento para que los niños homenajeen a sus papás y para que los padres disfruten de las muestras de cariño de sus hijos.
El día del padre es una ocasión perfecta para fortalecer la relación entre padres e hijos y hacer algo especial, único, diferente. No hay que olvidar que las celebraciones son siempre un motivo de alegría para las familias, sobre todo para los más pequeños.
Este día nos recuerda la importancia de la figura paterna a lo largo de la historia de la humanidad. Tradicionalmente su imagen estaba más relacionada con la manutención de la familia, la seguridad, la imposición de la disciplina, que con las emociones. Hoy, sin embargo, reconocemos el papel del padre en el campo de la educación infantil y en el desarrollo afectivo y emocional de los bebés y niños.
3 de marzo de 2024
MUJERES DE LA BIBLIA: SARA
¿Por qué hablar de las mujeres de la Biblia?
SARA. ESPOSA DE ABRAHAM
Saraí comenzó su vida en el mundo pagano de Ur, en la tierra de los caldeos, que estaba ubicada en la zona que hoy se conoce como Iraq. Ella era la media hermana, así como la esposa de Abram, quien sería llamado Abraham. Sarai y Abram tenían el mismo padre, pero eran de distintas madres, según Génesis 20:12. En aquellos días, la genética era más pura de lo que es hoy, y el matrimonio no era perjudicial para los descendientes de las uniones entre familiares. Además, dado que las personas solían pasar sus vidas agrupados en unidades familiares, el curso natural era elegir compañeros desde dentro de sus propias tribus y familias.
Cuando Abram conoció al Dios vivo por primera vez, le creyó (Génesis 12, 1-4; 15:6), y lo siguió, obedeciendo Su mandato de dejar su tierra y parentela para ir a un lugar del cual nunca había oído hablar, y mucho menos había visto. Sarai fue con él.
Su viaje los trajo a la zona llamada Harán (Génesis 11, 31). Taré, el padre de Abram, falleció en esta ciudad, y Abram, Sarai, su sobrino Lot y su comitiva, continuaron el viaje, dejando que Dios los condujera y guiara. Sin tener un lugar donde vivir y sin las comodidades modernas, el viaje debió haber sido muy difícil para todos, especialmente para las mujeres. Durante su viaje, hubo hambre en la tierra, obligando a Abram y Sara a ir a Egipto (Génesis 12, 10). Cuando lo hicieron, Abram tuvo temor que los egipcios lo mataran porque Saraí era hermosa y la querían como esposa. Por esta razón, le pidió a Sarai que les dijera a todos que ella era la hermana de Abram, lo cual era técnicamente cierto, pero lo hizo para engañar. Sarai fue llevada a casa de faraón, y Abram fue tratado muy bien por causa de ella. Sin embargo, Dios afligió la casa de faraón, y se reveló la mentira de ambos. El faraón le devolvió a Abram su esposa y los envió de regreso (Génesis 12). Sarai y Abram regresaron a la tierra que ahora se conoce como Israel. Ya que habían adquirido muchas posesiones y una gran riqueza en sus viajes, Lot y Abram acordaron dividirse, a fin de que la gran cantidad de ganado tuviera suficiente tierra para el pastoreo (Génesis 13, 9).
Sarai era estéril, un asunto de angustia personal, al igual que de vergüenza cultural. Abram estaba preocupado de que no tendría ningún heredero. No obstante, Dios le dio a Abram una visión en la que le prometía un hijo y que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas del cielo (Génesis 15). Dios también prometió la tierra de Canaán a la descendencia de Abraham. El problema era que Sarai permanecía sin hijos. Diez años después de que Dios había hecho su promesa a Abram, Sarai, siguiendo las normas culturales, le sugirió a Abram que tuviera un hijo con su sierva Agar. El hijo nacido de esta unión sería contado como hijo de Sarai. Abram estuvo de acuerdo, y Agar concibió un hijo, a quien llamó Ismael. Sin embargo, Agar comenzó a mirar a Sarai con desprecio y como resultado Sarai empezó a tratar duramente a Agar, tanto así que Agar huyó. Dios se encontró con Agar en el desierto y la animó para que volviera donde Abram y Sarai, lo cual ella hizo (Génesis 16).
Trece años después que Ismael nació, Dios reafirmó Su pacto con Abram, esta vez dándole la señal de la circuncisión, así como el cambio de nombre. Abram, que significa "padre enaltecido", se convirtió en Abraham, que significa "padre de multitudes". Dios también cambió el nombre de Sarai, que significa "mi princesa", a Sara, que significa "madre de naciones". Dios le dijo a Abraham que le daría un hijo a través de Sara. Este hijo, Isaac, sería aquel con quien Dios establecería Su pacto. Dios también bendeciría a Ismael, pero Isaac era el hijo de la promesa y las naciones serían benditas a través de él (Génesis 17). Isaac significa "el que ríe". Abraham se rió de que a sus 100 años pudiera tener un hijo con Sara, quien tenía 90 años y había sido estéril toda su vida. Sara, también se rió de esa posibilidad (Génesis 18, 9-15).
Poco después de que Dios le prometió a Abraham y a Sara un hijo, Él destruyó Sodoma y Gomorra, pero rescató a Lot, el sobrino de Abraham (Génesis 19). Abraham y Sara viajaron hacia el Neguev y habitaron como forasteros en Gerar (Génesis 20, 1). Abraham pidió de nuevo a Sara que mintiera sobre su identidad, y el rey de Gerar tomó a Sara para que fuera su esposa. Pero Dios protegió a Sara, ya que por medio de ella nacería Isaac. El rey Abimelec no tuvo relaciones con ella. Dios le advirtió a Abimelec en un sueño, y el rey no sólo se sacrificó a Dios en arrepentimiento, sino que dio regalos a Abraham y Sara y les permitió habitar la tierra (Génesis 20).
Dios permaneció fiel a Su promesa de darle a Abraham y Sara un hijo. Lo llamaron Isaac, y "dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y añadió: ¿Quién dijera a Abraham que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez" (Génesis 21, 6-7). A pesar de que anteriormente ella se pudo haber reído en la incredulidad y en secreto, ahora Sara se rio con gozo y quería que su situación se conociera. Dios había sido fiel a Su promesa y la bendijo.
Lamentablemente, la tensión entre Sara y Agar permaneció. Cuando Isaac fue destetado, Abraham hizo un gran banquete. Pero Ismael, el hijo de Agar, se burlaba de Isaac. Sara le dijo a Abraham que echara a Agar e Ismael porque el hijo de la sierva no había de heredar con Isaac su hijo. Abraham estaba angustiado, pero Dios le dijo que hiciera lo que Sara decía porque en Isaac le sería llamada descendencia. Abraham despidió a Agar e Ismael, y Dios proveyó para sus necesidades (Génesis 21, 8-21). Fue después de esto que Dios probó a Abraham al pedirle que sacrificara a Isaac. Abraham estuvo dispuesto a entregar a su hijo, confiando en que Dios, de alguna manera, seguiría siendo fiel a Su promesa (Génesis 22, Hebreos 11, 17-19).
Sara era una mujer sencilla, hermosa (Génesis 12, 11), y muy humana; ella cometió errores, como todos nosotros. Ella pasó por delante de Dios y trató de manejar Sus asuntos por su propia cuenta, al enviar de manera insensata a su sierva Agar con Abraham para concebir el hijo que Dios había prometido. Al hacerlo, se desató una disputa que ha durado 4.000 años (Génesis 16, 3). Ella se rio en incredulidad cuando, a los 90 años de edad, escuchó que un ángel le dijo a Abraham que ella iba a quedar embarazada (Génesis 18. 12). Sara dio a luz al niño prometido y vivió otros 30 años, muriendo a la edad de 127 años (Génesis 23, 1).
Hebreos 11, 11 usa a Sara como un ejemplo de fe: "Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido". 1 de Pedro 3, 5-6 usa a Sara como un ejemplo de una santa mujer que confiaba en Dios y que se adornaba a sí misma al someterse a su marido. Sara voluntariamente salió de su hogar y se lanzó a lo desconocido para seguir a Abraham, mientras él seguía las instrucciones de un Dios al cual ella no conocía en ese momento. Sufrió mucho para tratar de ofrecer un heredero a su esposo y mantenerlo a salvo en tierras peligrosas. Al final, ella tuvo la fe suficiente para creer que ella y su marido, con 90 y 100 años de edad, producirían el heredero prometido, es decir, Isaac. Aunque ella vivía en un mundo de peligro y confusión, Sara se mantuvo firme en su compromiso con su esposo y con Dios, y su compromiso fue recompensado con la bendición.